Newton y las cárcavas de San Salvador


En el futuro, quizás, algún visitante llegue a San Salvador y en lugar de ir a la Gran Vía pedirá que le lleven a nadar y a pescar en un río de esos de la ciudad, y dirá sorprendido “¡ No sabía que también aquí en El Salvador la gente puede venir a disfrutar en los ríos de la capital, esto sólo se ve en los países desarrollados !” Luego saltará de una piedra y se quitará el calor de Semana Santa en una quebrada cristalina detrás del parquecito de la colonia Satélite.

En realidad, los ríos libres y limpios no son símbolo de progreso en ninguna parte del mundo. Lo que normalmente reconocemos como “progreso” suelen ser logros tecnológicos basados en la ciencia de sir Isaac Newton.
Newton, que vivió entre 1643 y 1724, descubrió las leyes básicas de la mecánica, es decir, de la fuerza y el movimiento.

El impacto cultural de los descubrimientos de Newton difícilmente ha sido igualado, está presente en nuestras actitudes hacia el mundo: cada vez que la naturaleza nos presenta un obstáculo, acudimos a la ingeniería con el convencimiento de que las fuerzas naturales pueden ser doblegadas y utilizadas según el antojo de los seres humanos.

San Salvador se encuentra al pie de un volcán --el picacho-- del cual bajaban decenas de quebradas y riachuelos. Digo que “bajaban” porque la mayoría de estas quebradas fueron secadas, entubadas o su lecho encementado. En muchas ciudades del mundo son las familias pobres las que construyen sus casitas en la orilla de las quebradas. Pero en San Salvador también pueden verse viviendas de clase media a las orillas de algunos barrancos.

Véanse las fotos colocadas en este album, tomadas en la colonia Satélite, en febrero de este año (2010). Se trata del cauce de uno de esos ríos que descendían del Picacho, entubado allí donde se cruza con el Bulevard Constitución. El riachuelo se convierte en una cuneta o canal --un cauce de cemento-- después de pasar por el Super Selectos y así desciende hacia el Este, pasando detrás del parque deportivo Satélite y por debajo de la calle Constitución-Washington, donde se tomaron las fotos (el punto exacto se puede encontrar con Google Earth en las coordenadas 13° 43' 22.78'' Norte y 89° 12' 46.13'' Oeste).

Cuando estaba pequeño viví por algunos meses en la colonia Satélite, y con mis amigos bajamos algunas veces al “río”. Vagamente recuerdo que ya se habían construido muros de contención en las paredes del cauce. Como se puede apreciar en las fotos, los muros de contención ya no dan abasto ante la fuerza del agua, y ahora hay grandes cárcavas que han obligado el abandono de algunas viviendas.

Que surjan comunidades pobres en los barrancos de los ríos tiene una racionalidad perversa bastante conocida. Pero que se haya logrado edificar y vender viviendas de clase media a orillas del río que atraviesa la colonia Satélite (de clase media).... eso es menos frecuente. Allí hay una mezcla de ignorancia, afán de lucro, falta de regulación y falta de planificación. Y por supuesto, en el fondo hay una gran dosis de arrogancia frente a la naturaleza, de la cual no somos conscientes porque ya forma parte de nuestra cultura.

Sólo ahora que los eventos climáticos se están volviendo más extremos comenzamos a pensar de otro modo: que no hay que construir en las márgenes de los ríos, que se debe poner límite a la impermeabilización del suelo (o de lo contrario el agua no tiene cómo ser absorbida por la tierra, creando peligrosas correntadas). Poco a poco también comenzamos a comprender el costo humano, ecológico y económico de la contaminación de los ríos.

La Ecología es una ciencia cuyas bases sólo comenzaron a sentarse a inicios del Siglo XX, cuando ya Newton tenía unos doscientos y tantos años de reinado cultural en Occidente.
Casi toda persona que haya terminado la secundaria, o que vea canales como History Channel, habrá escuchado el nombre de Newton, pero ¿quién ha escuchado alguna vez nombrar a sir Arthur Tansley? Tansley vivió entre 1871 y 1955. Se le atribuye haber acuñado el término “ecosistema”, en la década de 1930.

La palabra ecosistema sólo comenzó a usarse ampliamente después de la muerte de Tansley, hacia finales de la década de 1950, y todavía hoy es una palabra que no comprendemos bien, a pesar de su popularización. Los conceptos básicos de ecología no formaron parte del currículo básico de mi generación, pero sí las tres leyes de Newton. Las ingenierías eran, y siguen siendo, las carreras “con futuro”, no así la ecología o el manejo sostenible de recursos naturales.

En la actualidad todavía se aplaude como un símbolo de progreso cuando los ríos son entubados y desviados, cuando los centros comerciales sustituyen un bosque secundario de cafetal. Sin embargo, la verdadero progreso --la verdadera hazaña-- será otra vez tener ríos libres y limpios. Así, en el futuro, quizás, algún visitante llegue a San Salvador y en lugar de ir a la Gran Vía pedirá que le lleven a nadar y a pescar en un río de esos de la ciudad, y dirá sorprendido “¡ No sabía que también aquí en El Salvador la gente puede venir a disfrutar en los ríos de la capital, esto sólo se ve en los países desarrollados !” Luego saltará de una piedra y se quitará el calor de Semana Santa en una quebrada cristalina detrás del parquecito de la colonia Satélite.