Más de una docena de personas calcinadas o muertas a tiros por un ataque de supuestos pandilleros en contra de un par de microbuses en Mejicanos, San Salvador.
Luego del triste y horrendo acto ocurrido la noche del 20 de junio de 2010 en El Salvador, no hace falta abrir una novela de conspiranciones narco-satánicas, basta con dejar correr la imaginación para llegar a toda clase de pensamientos malditos.
Además de las víctimas directas, y sus familiares, todos hemos visto afectada nuestra salud metal. El Diablo debe estar regocijándose. Tras el crimen, la gente quiere sangre y venganza. La pena de muerte sería demasiado benévola, los criminales debería sufrir lo inimaginable antes de abandonar esta vida, ojalá que algún comando de “limpieza social” pudiera actuar impunemente. Los policías se preguntan para qué existen los Derechos Humanos si no para proteger a los pandilleros. Y otros, de manera ingenua o maliciosa, se afilian a una página de una red social donde se llama a los militares a que se hagan cargo del país (¿como en Honduras, quizás?).
Ciertamente, hace ya varios meses se observa una escalada en los actos atroces cometidos por supuestos pandilleros. Acciones aparentemente irracionales, como el asesinato de un grupo de jóvenes que departían luego de jugar un partido de futbol, en Tonacatepeque. Dicen que los habría asesinado un grupo de “limpieza social”. Pero una señora de la comunidad, a quien me la encuentro de vez en cuando, me contaba que ninguno tenía vínculos con las pandillas: “muchachos sanos, estudiantes, empleados de Pollo Campero”. Y agrega que un sobreviviente contó que cuando los jóvenes demostraron que no eran pandilleros, uno de los atacantes se justificó: “no importa, alguien tiene que morir”.
Cuando escuché esa versión de la historia comencé a salir menos por las noches. No importa quién muera, lo importante es el caos. La posibilidad de un ataque a mansalva, en el bus o en el bar, era algo que comencé a temer.
Los medios repiten a cada rato que la delincuencia está peor desde que asumió el gobierno de izquierda. El gobierno de coalición, digamos: Funes, sus amigos, y el FMLN. Ya el Presidente Funes dijo que va a mantener en sus cargos a Carlos Ascencio, jefe de la PNC, y al Ministro de Seguridad, Manuel Melgar. La derecha tiene meses de pedir su destitución. Ascencio, con muchos años en la policía, tiene un pasado de izquierda, y Melgar viene del FMLN.
Yo no descarto que el motivo detrás de estos ataques sea precisamente provocar más disgusto con el Poder Ejecutivo, no importa quién muera. De ser así, vamos a presenciar más hechos como los narrados, igual o más atroces, mientras Funes no destituya al gabinete de seguridad y ponga en su lugar a personajes dispuestos a transar con las mafias.
Pero tiene mucha razón el taxista con el que platiqué el día siguiente de los ataques, “si con eso este gobierno no reacciona... ya es mentira”. Y yo le intentaba explicar que el problema no sólo es el gobierno (es decir, el Poder Ejecutivo), si no que habría que cambiar leyes, despedir policías, cambiar jueces, etc. Y el taxista me respondió algo que sonó como una especie de reto dirigido a Funes y el FMLN “Pero, es que se decía que ellos iban a cambiar todo eso al llegar al gobierno”.
Y me quedé pensando que tiene razón, se suponía que veríamos cambios en serio. Pero el Presidente ha querido hacer un cambio sin desacomodar mucho la trama de intereses previamente existente (“un cambio seguro”, como dice la propaganda de Casa Presidencial).
Pero el caso es que El Salvador se mueve con el rumbo de la inercia, es decir, con la dirección y velocidad que traía desde hace tiempo. Cuando la inercia es tan fuerte se hace necesario aplicar fuerza para cambiar de dirección y velocidad. Pero no me refiero a medidas tipo “mano dura”, si no a la necesaria depuración de la policía, de los tribunales de justicia, de los ministerios de seguridad y gobernación, de la fiscalía, de la procuraduría, etc.
Uno quisiera dar crédito a quienes dicen que estos ataques ocurren porque hay avances en la desarticulación de las mafias y se trataría, como dice el dicho, “señal que cabalgamos”. En todo caso, y como dijo Cristina Kirchner, y con el perdón de los canes, “ladran, Sancho, señal que son perros”.
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Ladran, señal que son perros
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El Editor
on martes, 22 de junio de 2010
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Derechos Humanos,
El Salvador
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Newton y las cárcavas de San Salvador
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El Editor
on martes, 30 de marzo de 2010
Etiquetas:
contaminación,
Ecología,
El Salvador
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En el futuro, quizás, algún visitante llegue a San Salvador y en lugar de ir a la Gran Vía pedirá que le lleven a nadar y a pescar en un río de esos de la ciudad, y dirá sorprendido “¡ No sabía que también aquí en El Salvador la gente puede venir a disfrutar en los ríos de la capital, esto sólo se ve en los países desarrollados !” Luego saltará de una piedra y se quitará el calor de Semana Santa en una quebrada cristalina detrás del parquecito de la colonia Satélite.
En realidad, los ríos libres y limpios no son símbolo de progreso en ninguna parte del mundo. Lo que normalmente reconocemos como “progreso” suelen ser logros tecnológicos basados en la ciencia de sir Isaac Newton. Newton, que vivió entre 1643 y 1724, descubrió las leyes básicas de la mecánica, es decir, de la fuerza y el movimiento.
El impacto cultural de los descubrimientos de Newton difícilmente ha sido igualado, está presente en nuestras actitudes hacia el mundo: cada vez que la naturaleza nos presenta un obstáculo, acudimos a la ingeniería con el convencimiento de que las fuerzas naturales pueden ser doblegadas y utilizadas según el antojo de los seres humanos.
San Salvador se encuentra al pie de un volcán --el picacho-- del cual bajaban decenas de quebradas y riachuelos. Digo que “bajaban” porque la mayoría de estas quebradas fueron secadas, entubadas o su lecho encementado. En muchas ciudades del mundo son las familias pobres las que construyen sus casitas en la orilla de las quebradas. Pero en San Salvador también pueden verse viviendas de clase media a las orillas de algunos barrancos.
Véanse las fotos colocadas en este album, tomadas en la colonia Satélite, en febrero de este año (2010). Se trata del cauce de uno de esos ríos que descendían del Picacho, entubado allí donde se cruza con el Bulevard Constitución. El riachuelo se convierte en una cuneta o canal --un cauce de cemento-- después de pasar por el Super Selectos y así desciende hacia el Este, pasando detrás del parque deportivo Satélite y por debajo de la calle Constitución-Washington, donde se tomaron las fotos (el punto exacto se puede encontrar con Google Earth en las coordenadas 13° 43' 22.78'' Norte y 89° 12' 46.13'' Oeste).
Cuando estaba pequeño viví por algunos meses en la colonia Satélite, y con mis amigos bajamos algunas veces al “río”. Vagamente recuerdo que ya se habían construido muros de contención en las paredes del cauce. Como se puede apreciar en las fotos, los muros de contención ya no dan abasto ante la fuerza del agua, y ahora hay grandes cárcavas que han obligado el abandono de algunas viviendas.
Que surjan comunidades pobres en los barrancos de los ríos tiene una racionalidad perversa bastante conocida. Pero que se haya logrado edificar y vender viviendas de clase media a orillas del río que atraviesa la colonia Satélite (de clase media).... eso es menos frecuente. Allí hay una mezcla de ignorancia, afán de lucro, falta de regulación y falta de planificación. Y por supuesto, en el fondo hay una gran dosis de arrogancia frente a la naturaleza, de la cual no somos conscientes porque ya forma parte de nuestra cultura.
Sólo ahora que los eventos climáticos se están volviendo más extremos comenzamos a pensar de otro modo: que no hay que construir en las márgenes de los ríos, que se debe poner límite a la impermeabilización del suelo (o de lo contrario el agua no tiene cómo ser absorbida por la tierra, creando peligrosas correntadas). Poco a poco también comenzamos a comprender el costo humano, ecológico y económico de la contaminación de los ríos.
La Ecología es una ciencia cuyas bases sólo comenzaron a sentarse a inicios del Siglo XX, cuando ya Newton tenía unos doscientos y tantos años de reinado cultural en Occidente. Casi toda persona que haya terminado la secundaria, o que vea canales como History Channel, habrá escuchado el nombre de Newton, pero ¿quién ha escuchado alguna vez nombrar a sir Arthur Tansley? Tansley vivió entre 1871 y 1955. Se le atribuye haber acuñado el término “ecosistema”, en la década de 1930.
La palabra ecosistema sólo comenzó a usarse ampliamente después de la muerte de Tansley, hacia finales de la década de 1950, y todavía hoy es una palabra que no comprendemos bien, a pesar de su popularización. Los conceptos básicos de ecología no formaron parte del currículo básico de mi generación, pero sí las tres leyes de Newton. Las ingenierías eran, y siguen siendo, las carreras “con futuro”, no así la ecología o el manejo sostenible de recursos naturales.
En la actualidad todavía se aplaude como un símbolo de progreso cuando los ríos son entubados y desviados, cuando los centros comerciales sustituyen un bosque secundario de cafetal. Sin embargo, la verdadero progreso --la verdadera hazaña-- será otra vez tener ríos libres y limpios. Así, en el futuro, quizás, algún visitante llegue a San Salvador y en lugar de ir a la Gran Vía pedirá que le lleven a nadar y a pescar en un río de esos de la ciudad, y dirá sorprendido “¡ No sabía que también aquí en El Salvador la gente puede venir a disfrutar en los ríos de la capital, esto sólo se ve en los países desarrollados !” Luego saltará de una piedra y se quitará el calor de Semana Santa en una quebrada cristalina detrás del parquecito de la colonia Satélite.
Una emergencia humanitaria
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El Editor
on martes, 23 de febrero de 2010
Etiquetas:
Derechos Humanos,
El Salvador,
migrantes centroamericanos
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Luego de ver el documental "Mujeres en el camino" queda claro que la situación de las y los migrantes centroamericanas/os en México tiene las características de una crisis de Derechos Humanos
Este martes 23 de febrero se presentó en San Salvador el documental "Mujeres en el camino", dirigido por la joven salvadoreña Marcela Zamora. Tal como lo dice su título, este película acompaña a varias mujeres en su viaje a través de México hacia los Estados Unidos.
En lo personal he quedado conmovido por los testimonios que allí se recogen. Una cosa es leer sobre los vejámenes a que se exponen quienes emprenden esa travesía, pero es muy distinto ver los rostros que te van contando sobre su drama y sufrimiento. También es preocupante el hecho que ya no se trata solamente de la delincuencia común, o de policías corruptos, si no estructuras criminales capaces de los actos más inhumanos. No menos conmovedores, pero de un signo esperanzador, son los esfuerzos casi heróicos de quienes de distinto modo están brindando auxilio, alimentos y protección a los y las migrantes que atraviesan México.
Pero más que un testimonio colectivo, este documental es una denuncia y un llamado a la ciudadanía y gobiernos centroamericanos: basta ya de discursos engañosos sobre las bondades de la migración. El viaje a través de México es todo menos una aventura, hay crímenes que investigar, personas desaparecidas por localizar, decenas quizás cientos de cuerpos enterrados en fosas comunes que es necesario identificar. Y es una tragedia que las familias tengan que desintegrarse de ese modo para tener acceso a oportunidades que les han sido negadas en su país.
Finalmente, un reconocimiento al periódico digital El Faro por haber inaugurado el Foro Centroamericano de Periodismo con la presentación de este audiovisual.
Este martes 23 de febrero se presentó en San Salvador el documental "Mujeres en el camino", dirigido por la joven salvadoreña Marcela Zamora. Tal como lo dice su título, este película acompaña a varias mujeres en su viaje a través de México hacia los Estados Unidos.
En lo personal he quedado conmovido por los testimonios que allí se recogen. Una cosa es leer sobre los vejámenes a que se exponen quienes emprenden esa travesía, pero es muy distinto ver los rostros que te van contando sobre su drama y sufrimiento. También es preocupante el hecho que ya no se trata solamente de la delincuencia común, o de policías corruptos, si no estructuras criminales capaces de los actos más inhumanos. No menos conmovedores, pero de un signo esperanzador, son los esfuerzos casi heróicos de quienes de distinto modo están brindando auxilio, alimentos y protección a los y las migrantes que atraviesan México.
Pero más que un testimonio colectivo, este documental es una denuncia y un llamado a la ciudadanía y gobiernos centroamericanos: basta ya de discursos engañosos sobre las bondades de la migración. El viaje a través de México es todo menos una aventura, hay crímenes que investigar, personas desaparecidas por localizar, decenas quizás cientos de cuerpos enterrados en fosas comunes que es necesario identificar. Y es una tragedia que las familias tengan que desintegrarse de ese modo para tener acceso a oportunidades que les han sido negadas en su país.
Finalmente, un reconocimiento al periódico digital El Faro por haber inaugurado el Foro Centroamericano de Periodismo con la presentación de este audiovisual.